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lunes, 29 de abril de 2013

Los entresijos del miedo I


A través de su antigua radio, llena de arañazos y golpes, escuchaba las palabras de Santi. Su voz que sabía que procedía de un salón semi en penumbra en el quinto piso de un edificio a las afueras de una ciudad. Cualquier ciudad.

Recordaba el tacto del parqué semi en penumbra en la espalda. Recordaba las horas viéndolo toquetear los botones y el encenderse de las luces rojas y verdes que nunca logró descifrar. Recordaba los pelusones bajo el sofá.

Hasta que él se metió en política. Y tuvo que cambiar mil veces de casa y estudio.
De hecho, era consciente de que su voz ya no procedía de ese salón, ni de esa ciudad y es probable que ya sus pies no acariciaran sino cemento. Y que el tiempo no tuviera  la clemencia de mullir su vida con pelusones.

" y la última noticia: Acaba de abrir sus puertas la prisión más grande construida hasta el momento. Aún la información que nos llega no es clara. Pero todos coinciden en la crueldad de sus guardas (verdugos), lo inexpugnable de sus muros...sus métodos de tortura... (pausa)"

Pausa. Conocía también esa pausa. Cuando se le atragantaba una palabra o un sentimiento. La que antecedía a algo duro. La que antecedió al adiós...

"LA llaman miedo. A la cárcel más grande y cruel del mundo...(pausa)... Miedo".

Otra pausa, y tras ella una explosión.

Los diarios de la mañana siguiente que no hablaban de cárceles...que nunca hablaban de cárceles... le dedicaron un cuarto de página en la sección de sucesos... Un explosión de gas...


La cárcel más grande del mundo, a las afuera de la ciudad. Cualquier ciudad. A las afueras y en su subsuelo. Y en sus muros. Y en sus esquinas. Y en sus carteles publicitarios. Y en sus medios que no hablan de cárceles y en sus cárceles sin medios. Y en las bocas. En las bocas que la respiran por la mañana y le dejan paso durante el día...para que llegue a sus corazones.

La llaman miedo....Miedo....

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